Primero, la corredora mecánica curva es como una bestia para el entrenamiento natural. A diferencia de las caminadoras eléctricas, no tiene un motor que impulse la banda. Eres tú quien controla la velocidad con tu propio esfuerzo, lo que imita de manera más realista cómo corres al aire libre. Al tener una superficie curva, la biomecánica cambia, activando más músculos, especialmente en los glúteos, isquiotibiales y pantorrillas. ¿El resultado? Mayor quema de calorías y un entrenamiento más exigente en menos tiempo. Además, como tú manejas el ritmo, hay una menor carga de impacto en las articulaciones, lo que la hace más amigable para las rodillas.
Por otro lado, la caminadora eléctrica convencional es una gran opción para controlar y variar la velocidad y la inclinación con solo presionar un botón. Es ideal si quieres un entrenamiento de ritmo constante o si prefieres intervalos programados sin preocuparte por mantener el control de la máquina. También es más accesible para principiantes, ya que no requiere tanto esfuerzo para mantener la velocidad.
En resumen, si lo que buscas es un entrenamiento más intenso y cercano a la realidad del running, nuestra corredora mecánica curva es la opción ganadora. Sin embargo, si prefieres un control más cómodo y un enfoque más accesible, la caminadora eléctrica convencional sigue siendo efectiva. Ambos tienen su lugar según los objetivos y nivel de cada persona. ¡Depende de lo que busques y hasta qué punto quieras desafiarte!